Determinado público educado en la orquestalidad pop británica a lo Tindersticks no entenderán a Nacho Laguna.
Pero es que sus raíces hay que buscarlas en el blues trasnochado, eléctrico y brumoso que en los ochenta facturó la legión australiana (Crime +The City Solution, These inmortal Souls y Nick Cave , principalmente). También juega en su contra la militancia en la chatarrería de Corcobado – en cuyo seno ofició como bajista durante cinco años-, factoría que distribuía aciertos y errores casi a partes iguales, pero que hacía gala de una dialéctica de tormento y exageración para la que había que tener muy acostumbrado el escrúpulo. «Fugaz» coproducido por Javier Almendral, es un disco enorme porque no se entretiene en patetismos impostados, sino que se contiene en muchos de sus paisajes. Es enorme porque conjuga con admirable economía distorsiones de guitarra con pianos, porque encauza este lirismo un poco legañoso sin pretenciosidad ni teatralidad gratuita, y porque musicalmente contiene momentos de emoción pura que demuestran que el tipo ha amasado con los años una sabiduría ejemplar. Y además hay tristeza, ambientes noctámbulos, esa canción inmensa que es «Fugaz», violines que parecen llegar desde lejos creando recuerdos con inmediatez….Enhorabuena.