Que Javier Corcobado es una de las figuras más carismáticas y personales de la música nacional menos acomodada resulta una obviedad y de ello dan fe las múltiples agrupaciones que han creado en los últimos diez años.
De una de ellas los Chatarreros de Sangre y Cielo) procede Nacho Laguna, quien hace ahora su estreno en solitario mediante unas composiciones desnudas que se trasladan sin mas a tu estómago como un vaso de agua salada.
Nacho incorpora a algunos de sus colegas (el propio Corcovado, Javier Almendral de Vírgenes Adolescentes, Carlos Desastre de 713º Amor…) dotando a el álbum de una instrumentación conmovedora y variada que genera rock, pop e incluso ráfagas electrónicas sobre un manto de melodías que se diluyen en tu mente como las olas en la orilla.